Vaca Muerta: Un salto cuantitativo para la logística patagónica

El gran yacimiento de la Cuenca Neuquina genera tantas oportunidades como desafíos en materia de infraestructura y servicios. Las energías renovables.
La Patagonia es una de las principales usinas energéticas de la Argentina. Con más de un siglo de historia de explotación petrolera y un largo expertise en la generación hidroeléctrica, en la última década sumó las cuantiosas reservas de hidrocarburos no convencionales de la formación Vaca Muerta, que significan un enorme salto cuantitativo para la producción energética nacional.
La ecuación se completa con importantes recursos en el Golfo San Jorge y en la cuenca offshore en Tierra del Fuego, con las perspectivas a futuro que permite vislumbrar el yacimiento Palermo Aike, en Santa Cruz, y con las extraordinarias condiciones naturales que ofrece la región para el desarrollo de energías renovables, en particular la eólica, impulsada por los vientos patagónicos.
En una geografía exigente, marcada por grandes distancias y, especialmente en invierno, por condiciones climáticas extremas, la Patagonia experimenta un acelerado aumento de su producción – cada vez más diversificada- y un crecimiento demográfico superior al promedio nacional. Este contexto exige una planificación logística sólida, que permita aprovechar los recursos disponibles de forma eficaz, eficiente y sostenible.
El mapa de la logística en la Patagonia
La zona crítica del transporte de carga en la región es el Alto Valle del Río Negro, donde a la tradicional producción frutícola de manzanas, peras y duraznos con fuerte presencia en el mercado nacional e internacional se suma el boom hidrocarburífero.
La concentración de actividades y servicios en un espacio acotado y el auge productivo de las cadenas asociadas se traducen en una fuerte congestión vial, sobre todo en los tramos urbanos de las rutas, donde se producen demoras y un aumento del costo logístico.
El tráfico en la costa patagónica, que se extiende por más de 3000 kilómetros, exhibe también un dinamismo creciente, con perfiles productivos orientados a los hidrocarburos, a la pesca y otras industrias, y más recientemente a la explotación de recursos renovables y al turismo, todos en estrecha relación con una importante actividad portuaria que opera volúmenes de carga superiores a la media nacional en todo el frente marítimo.
Es Vaca Muerta
El rol estratégico de la Patagonia en el comercio local e internacional requiere importantes mejoras en la red vial y un diseño más eficaz del entramado logístico entre los distintos modos de transporte de bienes, pero el máximo desafío de la región se llama Vaca Muerta.
La actividad creciente en el yacimiento estrella de la Cuenca Neuquina impacta con fuerza en todo el transporte del norte patagónico: las vías terrestres registran un movimiento cada vez mayor de camiones desde y hacia la región; el modo marítimo crece por el auge de las exportaciones de crudo en buques cisterna; el modo aéreo participa mediante el transporte de insumos críticos para la producción y el ferroviario también revela su potencial como complemento logístico del sector de hidrocarburos.
Ahora bien, Vaca Muerta, que explotó en la última década, y la actividad histórica del Alto Valle, la producción frutícola, comparten las mismas vías de transporte.
Neuquén Capital y sus alrededores son hoy el epicentro de la congestión vial, por la gran cantidad de camiones que transitan los accesos a la ciudad, que sufren un progresivo deterioro. La ruta nacional 22, que va de Bahía Blanca a Zapala, atravesando el Alto Valle y pasando por Neuquén, está virtualmente colapsada y ya no puede absorber esos volúmenes de transporte carretero.
El solapamiento entre producción hidrocarburífera y frutícola genera, además, una competencia irregular que deteriora la oferta de servicios y tarifas de transporte terrestre.
En este contexto, la pavimentación y ampliación de las rutas que llegan a Vaca Muerta es un proyecto impostergable. El aumento de la capacidad, en Neuquén, de las rutas provinciales 5, 7, 17 y 67, que comunican los departamentos petroleros, y de la ruta provincial 6, en Río Negro, desde el Alto Valle hacia el sur, es crucial para el transporte de cargas en la región, lo mismo que la finalización de la Autovía en la RN 22.
Otra obra clave en términos de infraestructura es el desarrollo de parques logísticos que optimicen las operatorias de primera y última milla en Neuquén y en Cipolletti.
El rol del transporte ferroviario
La producción de hidrocarburos no convencionales, que demanda el transporte de caños y arena para el fracking, exige, asimismo, mejoras en las redes ferroviarias y en los puertos de salida, particularmente en San Antonio y Punta Colorada, más infraestructura y mejor equipamiento especializado.
Precisamente, las condiciones de los puertos patagónicos, los principales de aguas profundas en el país, ofrecen una oportunidad única para el crecimiento del transporte marítimo de bienes a mercados alejados, con ventajas para el acceso de embarcaciones de gran calado y la posibilidad de brindar servicios a múltiples sectores productivos, incluidas actividades con un enorme potencial a futuro, como el GNL y el hidrógeno verde.
Por el momento, la baja frecuencia de los servicios por agua exige un mayor desarrollo para atraer a las principales navieras y optimizar el manejo de la carga regional. Es fundamental reorganizar y coordinar la producción de todos los sectores generadores de carga de la región, lo que impulsaría el potencial logístico de estos puertos y beneficiaría a toda la Patagonia.
Generar mejores condiciones para la oferta de transporte marítimo implica, entre otros proyectos de infraestructura, la modernización y ampliación de los puertos de Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn y Rawson, en Chubut; el desarrollo de los puertos fueguinos de Río Grande, en construcción, y de Ushuaia, y en Río Negro, la posibilidad de integrar las operaciones de San Antonio Este y Punta Colorada. Estas terminales también deben prepararse para las tareas de abastecimiento desde tierra –con insumos desde alimentos hasta caños de acero– a las plataformas de explotación petrolera off-shore.
El tiempo y las exigencias de las energías renovables
Otro desafío logístico estratégico que se inicia en los puertos y se prolonga en toda la geografía patagónica se relaciona con el auge de las energías renovables: cómo recibir las gigantescas aspas de los generadores eólicos, que arriban en barcos especiales, y hacerlas llegar por tierra a locaciones remotas, por caminos que muchas veces no existen y es necesario desarrollar.
Además de su producción frutícola y pesquera, la Patagonia presenta algunos enclaves productivos con una decidida vocación aérea. Hay allí una oportunidad, por ejemplo, para los productores de salmónidos, que manejan tiempos muy acotados para colocar el producto fresco en los mercados de consumo, o para los productores de frutas finas, como la cereza de primicia, que debe llegar a los consumidores en fechas precisas. En ambos casos, un transporte ágil hacia los destinos internacionales de esos productos es vital.
El modo aéreo también es un gran aliado del sector hidrocarburífero, que suele demandar insumos y repuestos específicos con entrega inmediata. Lo mismo sucede con la explotación aurífera: en la Patagonia están los mayores yacimientos de oro del país, metal que representa el 64% de las exportaciones mineras argentinas y requiere servicios aéreos para el producto extraído.
Sin embargo, en las terminales aeroportuarias patagónicas faltan hoy hubs de carga que puedan potenciar esa producción local. Los proyectos para mejorar la gestión comercial y la disponibilidad de espacios de carga en los aeropuertos de Río Grande, Neuquén –donde debería sumarse una cámara frigorífica– y El Calafate son primordiales.
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Fuente: Letra P.