Vaca Muerta: Las lecciones de un país que se le anticipó y ya gana millones de dólares

Un país con marcada inestabilidad política “primereó” a Argentina en un desarrollo energético a gran escala. Cómo hicieron para tener cada vez más inversiones en medio de muchos cambios de Gobiernos.
¿Qué pasa en Argentina con Vaca Muerta?, le suelen preguntar decenas de dueños, CEOs y ejecutivos petroleros de todo el mundo al número uno de otro proyecto energético sudamericano líder.
“Argentina es el país donde la música está sonando”, les contesta Germán Alvarez, director de Pluspetrol en Perú y Ecuador. El ejecutivo tiene a su cargo Camisea, el mayor proyecto energético de Perú. Ese desarrollo permitió que ese país tenga autoabastecimiento de gas natural y exporte por más de u$s 1500 millones anuales en gas, con perspectivas de pisar los u$s 2000 millones este año.
Vaca Muerta es mucho más grande que Camisea, el yacimiento de gas “estrella” de Perú. Sin embargo, lo que pasó en Perú deja varias lecciones para que Vaca Muerta aprenda.
En Perú, frente al descubrimiento de un yacimiento de gas “único”, no solo se miraron al ombligo. Se plantearon que ese beneficio tenía que servir para generar exportaciones. Así, poseen la única planta de exportación de GNL de Sudamérica, que fue una de las 10 primeras del mundo en su momento.
Argentina comenzó a mascullar la idea de exportar el gas de Vaca Muerta durante el gobierno de Mauricio Macri. Y recién dio los primeros pasos claves en esa dirección en la actual gestión del presidente Javier Milei.
Perú decidió que iba a desarrollar Camisea en 2000. Desde su licitación, pensó que atender al mercado interno, pero con un ojo en el mundo. En 2006, dio luz verde para construir una planta de exportación de GNL (gas que se licúa para poder ser exportado en líquido). En Argentina, esa decisión se terminó de tomar en 2024, pero no será a través de una planta, sino a través de un entramado de buques.
Un protagonista argentino
Pluspetrol es una petrolera argentina, de bajísimo perfil. Tiene más de la mitad de sus ingresos en Perú, a través de Camisea. Encabeza el consorcio que ganó la concesión de Camisea hace 25 años. Tuvo una estabilidad en las reglas de juego, que le permitió desembolsar u$s 5400 millones en ese yacimiento, que explotará 20 años más.
“La clave es que se cumplan los contratos Si los gobiernos y las empresas cumplen con lo que firman, los proyectos avanzan”, define Alvarez, argentino de orgulloso acento mendocino, con una tranquilidad y seguridad poco frecuente en la mayoría de los petroleros locales.
Pluspetrol pagó alrededor de u$s 1700 millones por los activos de la estadounidense Exxon y está dando sus pasos para ser un jugador relevante en Vaca Muerta.
Cambio total
Vaca Muerta es la joya de la industria energética local, que recién ahora parece estar desarrollándose, con múltiples proyectos de inversión megamillonarios en el horizonte. De concretarse, podrían poner al país en una posición exportadora privilegiada.
Si Argentina se garantiza el ingreso de dólares como exportador, las posibilidades de crisis cambiarias -un azote que castiga al país casi sin descanso- caerán. Y eso también dotaría al país de una estabilidad macro que le viene siendo esquiva.
Perú también se encontró con Camisea, un yacimiento de gas que podía cambiar su historia de derroteros. Descubierto en los ‘80, los gobiernos peruanos tuvieron sus idas y vueltas con este proyecto, pero luego decidieron licitar concesiones de largo plazo. Y nunca las cambiaron, pese a que los políticos gobernantes fueron de distintos partidos e ideologías.
Camisea permitió que Perú sea autosuficiente en el abastecimiento de gas para hogares, comercio, industrias y generación eléctrica. Y hasta le permite tener ingresos adicionales por exportaciones de gas, de alrededor de u$s 1500 millones anuales.
El país de raíces incaicas tuvo cinco presidentes electos en los últimos 20 años. Los últimos dos (Pedro Kuczynski y Pedro Castillo) renunciaron antes que venciera sus mandatos. Los cinco enfrentaron distintas penas de prisión, por hechos de corrupción. Ninguno rompió, modificó o tocó el contrato de su principal activo energético.
Camisea está en la selva, una geología difícil. Tras varios intentos con Shell que habían fracasado, el Gobierno peruano estableció como uno de sus criterios principales para seleccionar era que ganaría el consorcio que le ofreciera un mayor pago de regalías. El consorcio ganador ofreció pagar un 37,24% de regalías.
Entre ese compromiso, ganancias y otros impuestos, ya desembolsó u$s 21.000 millones en los últimos 20 años, generados desde su planta en Malvinas (si, la localidad lleva el mismo nombre que las islas que Argentina reclama como propias).
Además de Pluspetrol, el consorcio está compuesto por Hunt, SK Innovation, Repsol, Sonatrach y Tecpetrol -de Techint-. Llevan invertidos u$s 5400 millones, que ya recuperaron.
Las dos patas
El contrato para explotar Camisea estableció que se podían operar dos bloques. Uno debería dedicarse exclusivamente a abastecer la demanda interna de gas de Perú. Y el otro, que se desarrolló cuatro años después, sería volcado a la exportación.
Y los gobiernos peruanos, que fueron cambiando, miraron la película en su conjunto. De movida, también licitaron los ductos y el transporte para que el gas de Camisea – ubicada en la selva de la Amazonia peruana- selva llegue a Lima (tanto para el consumo local para su exportación), como a otros centros de consumo y Pisco, donde hay una planta de fraccionamiento de líquidos conectada con una terminal marítima.
En Argentina están arrancando los proyectos para agregar más gasoductos que vinculen a Vaca Muerta con el resto del país. Al gobierno de Macri se le ocurrió la idea de licitar un gasoducto por el centro, y llamó a una licitación, pero no la concretó porque expiraba su mandato.
La siguiente administración, de Alberto Fernández, dejó esa obra de lado de lado. En 2022, cuando las importaciones energéticas drenaban las reservas del Central, el Gobierno anterior avanzó con la construcción del gasoducto, con dinero público. Se hizo a buena velocidad, según la mayoría de los especialistas.
El primer bloque que licitó (el 88) lo dedicó por completo a abastecer el mercado interno. Perú tenía un fuerte déficit energético: importaba petróleo -que no posee- y gas. Con el desarrollo de Camisea, el 96% de las necesidades energéticas de gas quedaron cubiertas. Lo que sale de allí permite abastecer toda la red de gas domiciliarias, el comercio y las industrias.
La generación eléctrica en base a gas está totalmente cubierta. Camisea produce GLP, de alta demanda por el transporte, pero aún no es suficiente y requiere de importaciones. Argentina todavía sigue importando buques cuyo gas se paga varias veces más caro que a los productores locales.
El consumo interno de gas en Argentina es mucho más alto que en Perú. El país al borde del Pacífico posee mayormente temperaturas cálidas, y no necesita calefaccionarse. Y la capilaridad de la red de gas es menor a la local.
Exportaciones
Perú LNG recibió el permiso para construir una planta en 2006, que finalizó en 2010. El gas de Camisea llega a esas instalaciones. Allí, a través de un proceso, primero se lo enfría para poder hacerlo líquido y transportarlo en barcos. Alrededor de 60 a 65 barcos anuales se llevan ese gas, mayormente a los países asiáticos, pero también a Europa.
Las cotizaciones más recientes del gas son de u$s 12 por millón de BTU, la unidad de medida del sector. Según indicadores públicos peruanos, eso generó más de u$s 1500 millones en 2024. Y este año podría estar creciendo a u$s 2000 millones.
Camisea le vende gas a GNL. Y se beneficia de la exportación. Cuando despacha gas al mercado interno, recibe un precio de u$s 2 por millón de BTU. En cambio, cuando exporta, cobra alrededor de u$s 5.
Teceptrol, la empresa argentina, no participa del consorcio Perú LNG, dominado por Hunt, una empresa estadounidense. Marubeni, MidOcean Energy y Shell son los otros accionistas. Esta última -que en Argentina se asociará con YPF- es la “offtaker”, es decir que compra y vende en sus distintas operaciones en el país, bajo un contrato de largo plazo.
Aunque lo logrado por Perú con el GNL es notable, la incidencia de la energía en las exportaciones peruanas es menor que en Argentina. Durante 2024, Perú exportó por u$s 75.000 millones, y la energía -entre gas y petróleo- representó u$s 2000 millones, es decir casi un 3%. En Argentina, con exportaciones por casi u$s 80.000 millones, la energía representó un 12% (u$s 9600 millones), es decir casi cuatro veces más que en Perú.
En la tierra que se recuesta sobre el Pacífico, el protagonismo exportador lo tiene la minería. Y hay un boom de turismo gastronómico.
Pedro Castillo, el último presidente electo, duró un año y medio en su cargo. Profesor, de origen sindical y del interior peruano, llegó con una plataforma de ideas económicas a la izquierda que la mayoría de sus predecesores. En su entorno, coquetearon con la idea de expropiar Camisea.
Para seguir leyendo haga click aquí
Fuente: Cronista