Todos los cepos. Vaca Muerta y su historia con los dólares
La macroeconomía, los dólares y las inversiones en Vaca Muerta tienen antecedentes en la corta historia. Lo deseable es garantizar estabilidad.
“Estamos acostumbrados a lidiar con ambientes hostiles”. Lo dice una encumbrada directiva de una transportista global del gas cuando mira el escenario económico argentino. ¿A qué alude? En Medio Oriente, las petroleras pueden terminar esquivando misiles tierra-aire. Sin embargo, suelen sacar los dólares que ingresan al país para producir en esos campos petroleros.
La historia de Vaca Muerta, en la etapa más prolifera de su desarrollo, estuvo signada por las restricciones monetarias. De forma directa o indirecta. Por políticas del Estado argentino o por incidencia indirecta de la economía.
Hoy el tema se reedita con un nuevo capítulo. Las reservas del BCRA coquetean con el abismo desde hace dos años. Muestran una foto inquietante. En octubre del 2019, este medio publicó una nota en la que se mencionaba ese mal mayor que implicaría tener que ir a comprar gas al exterior si no se daba una señal clara para que las inversiones estimularan los alicaídos campos gasíferos de Vaca Muerta, en medio del freno que la administración de Cambiemos había puesto sobre una industria en la que había encontrado las buenas noticias que el resto de la economía le retaceó tempranamente.
Hoy, ese momento, tiene un nuevo capítulo en la gestión del Frente de Todos. Otra vez, lo impone la restricción externa. El Gobierno le da los últimos trazos al Plan Gas 4. Incluirá una cláusula que modere el efecto de decisiones que tuvo que tomar para evitar la sangría del BCRA. Algo que, como se dijo más arriba, registra antecedentes todavía más lejanos en el tiempo que las dos últimas gestiones de La Rosada. Porque en el origen de Vaca Muerta ya hubo salvoconductos para los dólares. De hecho, hay decretos de aquella época que cada tanto vuelven a escena. El capítulo uno fue una suerte de blindaje inicial para el acceso de las empresas del shale a divisas. Loma Campana, vanguardia no convencional en América Latina, no se explicaría sin eso. El decreto 929/2013 de Promoción de Inversiones para la Explotación de Hidrocarburos garantizó que una empresa que trajera en cinco años por encima de los 1000 millones de dólares al país para un campo petrolero pudiera disponer libremente de las divisas provenientes de exportaciones. A una compañía dada, se le permitía además vender afuera hasta un 20% de los hidrocarburos líquidos o gaseosos sin retenciones, en un contexto en que la salida al mercado externo era más dificultosa que ahora, al menos para el caso del crudo. Chevron, socia sustancial de YPF en Vaca Muerta, invirtió en consecuencia.
El tema volvió a escena durante el “reperfilamiento”, ese cepo ampliado de la segunda mitad del 2019 que actuó de freno de mano en el sector petrolero, luego del decreto 566/19 que ya le había puesto un techo al Brent en Argentina, sí, con una cotización paralela a la baja para el dólar en la industria. El objetivo de esa normativa fue evitar un traslado del precio a combustibles y un impacto inflacionario mayor en toda la cadena de precios. Es sabido que no pudo evitarlo (y además trajo a colación una vez más el, cuando menos, polémico argumento del impacto del precio de los combustibles en la formación de precios, algo que ocurre pero que para muchos no tiene un asidero científico demasiado claro).
Lo cierto es que esa condición del país no cambió. Un acuerdo con los tenedores de bonos privados de la magnitud que consiguió el actual gobierno se dio de frente con la cuarentena, que frenó el consumo y los niveles de actividad industrial, sumado al impacto del desplome de la demanda interna de combustibles, hoy en torno al 60% respecto de la “vieja normalidad”. Los posibles mercados mundiales, esa llave para la obtención de dólares, para colmo, también están saturados de petróleo y gas, tan afectados por el desplome de la demanda como lo está Argentina (así y todo el shale oil se abrió paso en plena cuarentena con ventas de hasta el 40% de la producción neuquina en un mes).
Así fue que en este nuevo contexto, la macro y sus limitantes, esta vez bajo la salida constante de dólares del BCRA, le pusieron un signo de interrogación adicional a todas las industrias con un límite al pago de las deudas en dólares. Pasó esta semana con el principal proyecto gasífero del país, Fortín de Piedra, a cargo de Tecpetrol, brazo petrolero del Grupo Techint. Comunicó a la Comisión Nacional de Valores que no accedería a pagar una deuda con su sede central producto de las restricciones del BCRA. En sectores de la industria, ese proyecto gasífero despierta tanta admiración como resquemores. Fue disruptivo en el escenario del gas y al mismo tiempo recibió el grueso de los subsidios de la resolución 46/17 del entonces ministerio de Energía, algo que le valió cuestionamientos y un litigio con el Estado nacional y con el mismo gobierno que dispuso ese aporte varias veces millonario por un cambio de condiciones para el cálculo de cuánto gas iba a ser “premiado” con un mejor precio.
Es un poco el símbolo del tipo de las inestabilidades que no se necesitan en el sector petrolero y entre las que se abrió paso Vaca Muerta en los últimos cinco años, aún en los peores momentos. De un lado de la foto, los dólares que puede generar (y de hecho generó y ahorró en la balanza energética nacional) y del otro lado los que le faltan para dar un salto de magnitud, llegar a más mercados, generar más valor agregado y apuntalar un ciclo sostenible de crecimiento para el país. La sábana corta de la macro y su estabilidad serán determinantes para saber qué tipo de plataforma de despegue también le pueden ofrecer al país los no convencionales.
Fuente: Más Energía.