Todo lo demás puede esperar
La industria petrolera estaba en crisis antes del coronavirus. Difícilmente la resuelva en corto plazo.
Todo lo demás puede esperar. El Estado, la sociedad y la política están en trance ante la avanzada mundial del Covid-19. Todo lo que se resuelve en cualquier ámbito está impregnado por el impacto real o presunto de la pandemia. Todos los pliegues de la sociedad fueron atravesados por el efecto coronavirus. La economía mundial entró a dar tumbos sin dejar ver dónde terminará.
En ese contexto, la industria petrolera argentina se plantea por los medios una salida rentable para sus negocios. Una misión imposible sin que el Estado o la población en general pongan una parva de billetes. La crisis petrolera no es sólo argentina y los destellos de la misma son anteriores al coronavirus. La cotización del petróleo es de las más volatiles de toda la economía.
A la condición de commodities se le suma la importancia estratégica para los posicionamientos geopolíticos que tiene el petróleo. Aún mueve al mundo, mientras los científicos se pelan las pestañas para agrandar la cuota de sustitución del petróleo por otras fuentes energéticas menos contaminantes.
En Argentina las petroleras están enroscadas en una guerra sorda desde mediados de 2018, cuando la economía del macrismo voló por el aire al quedarse el gobierno sin financiamiento para su gestión. La recurrencia al Fondo Monetario Internacional no hizo más que agravar la situación con la consolidación de una deuda impagable en los plazos comprometidos.
El petróleo Brent coqueteó con los 30 dólares por barril ayer. Las petroleras quieren cobrar en torno a los 50 dólares bajo amenaza de echar trabajadores si no lo consigue. La diferencia la debe pagar el Estado o los consumidores de combustibles.
Fuente: LMNeuquen.