Con la energía, el agro y la economía del conocimiento como pilares del crecimiento, grandes compañías que operan en el país advierten que el gran desafío ya no es la falta de recursos, sino aprender a gestionarlos con visión de largo plazo, reglas claras y mayor inversión.

Ya no quedan dudas de que la Argentina cambió durante los últimos dos años. Ahora, el mayor desafío es la necesidad de adaptación al nuevo contexto de abundancia por parte de las empresas locales. Es que, acostumbradas a la escasez, tanto de recursos naturales, como de políticas económicas y, sobre todo, de fondos para invertir, el desarrollo de industrias como la minería y la energía dio lugar a una “nueva Argentina”.

“La Argentina estaba como el león atrapado. No conocíamos lo que era la libertad y estábamos acostumbrados a manejar la escasez. Ahora, también tenemos abundancia de recursos naturales. Pero manejar la abundancia es muy distinto que manejar la escasez. Estamos atravesando un cambio cultural muy fuerte”, dijo Fausto Caretta, Upstream managing director de Pan American Energy, en Experiencia IDEA management, el evento que organizó el Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA) este jueves, en el Centro de Exposiciones Buenos Aires (CEC).

A su vez, precisó que, al tener proyectos de largo plazo y con valores muy elevados, la industria energética invierte alrededor de u$s 11.000 millones por año en el país. “Para nosotros, el largo plazo es la comida de todos los días. Lo que sí cambió es lo que invertimos”, dijo el ejecutivo, en referencia a los buques de licuefacción que PAE, junto a otros jugadores del sector, instalará en el Golfo San Matías, Río Negro, para producir gas natural licuado destinado a la exportación.

Carretta indicó que el proyecto tendrá otras dos fases que duplicarán y triplicarán, respectivamente, los niveles de producción de la primera parte. De esta forma, PAE proyecta que las exportaciones de la industria energética rondarán los u$s 15.000 millones en los próximos cinco años. “Todo está basado en la seguridad jurídica, el RIGI y la confianza de la industria en el país”, aseveró.

El escenario en el sector agroindustrial es similar, aunque todavía se requiere el levantamiento de algunas trabas que impiden un incremento en las inversiones, como las retenciones y la Ley de Semillas o de propiedad intelectual.

Ignacio Bartolomé, CEO de Grupo Don Mario, el principal proveedor de genética de soja del mundo, comentó: “El agro es un sector que invierte entre u$s 15.000 millones y u$s 20.000 millones en cada campaña. Compra maquinaria, softwares y agroinsumos, entre otras cosas. Sin embargo, es una cadena a la que le quitan el 30% de su valor antes de que el dinero llegue al cliente”.

“Si las retenciones se eliminaran, habría más fondos en toda la cadena. Esto, a su vez, se traduce en mayor producción por hectárea, lo que a su vez podría incrementar las exportaciones y, por consecuencia, el ingreso de divisas para el país. Todo esto generaría más dinero para gastar dentro de la Argentina”, expuso Bartolomé.

En esta línea, reforzó una idea que fue común en todas las charlas de la jornada que reunió a los mayores referentes de la industria local: la Argentina tiene que industrializar su producción y dejar de exportar granos, para empezar a enviar al mundo productos con valor agregado.

En cuanto a la propiedad intelectual, el empresario aseguró que la compañía vende “conocimiento envasado en una semilla. Por eso necesitamos que nos paguen las regalías por lo que generamos. Dado que en la Argentina hay una ley que nunca se actualizó, solo el 30% de los productores pagaba los derechos para utilizar las semillas”.

Esto, comentó el empresario, generó un fuerte éxodo de compañías desarrolladoras de semillas del país, que optaron por implementar sus innovaciones en tierras vecinas, como Brasil. “Si hubiera mayor respeto a la propiedad intelectual, habría mayores inversiones que redundan en mayor producción, más exportación y más plata para todos los argentinos”.

Para seguir leyendo haga click aquí

Fuente: Cronista