Nuestro mercado pasó de las proyecciones de crecimiento a la incertidumbre, poniendo las inversiones en compás de espera.

Lideradas por la solar, las energías renovables cuadriplicaron su capacidad a nivel global en la última década, pasando de 414 GW a 1.650 GW en el período 2010-2019. Así se desprende del informe “Tendencias Globales de Inversión en Energía Renovable 2019”, publicado por ONU Medio Ambiente junto a la Escuela de Frankfurt y Bloomberg New Energy Finance, donde se destaca también que en 2018 las energías renovables recibieron tres veces más apoyo financiero que los combustibles fósiles, generando 12,9% de la electricidad mundial y evitando 2.000 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono.

En nuestro país, el sector de las renovables fue uno de los que recibieron mayor impulso durante los últimos cuatro años. La firma del Protocolo de París, la Ley 27.191,  de producción de energía en gran escala basada en fuentes renovables y la Ley 27.424, de Generación Distribuida, son parte de los compromisos asumidos hacia un cambio en nuestra matriz energética, que aún continúa siendo altamente dependiente de los combustibles fósiles.

Ahora bien, ante el escenario pos-PASO nuestro mercado pasó de las proyecciones de crecimiento a la incertidumbre, poniendo las inversiones en compás de espera. Así, es posible ver que en la mayoría de las industrias los proyectos de inversión, mediana o grande, han sido suspendidos, aplazados o postergados.

Obviamente los niveles de crisis e incertidumbre, tienen mayor o menor impacto dependiendo de las diferentes zonas del país o el rubro que trabajemos. Hay rubros, básicamente ligados a la actividad industrial, en donde este tipo de proyectos de inversión en renovables han sido casi dejados de lado. Por otro lado, existen sectores ligados a la agroindustria, en que los proyectos siguen adelante. Dentro de este panorama, desde el punto de vista de la inversión, se verifica también que en los canales medios-altos los proyectos basados en fuentes renovables a nivel residencial se encuentran frenados, como una medida de cautela, y los medios-bajos directamente no están accediendo a estos proyectos.

Además, existe un factor que influye negativamente y esa variable es el dólar. Para ejemplificarlo, es sabido que en la industria solar la mayoría de los productos tienen precios que siguen al tipo de cambio. Con la suba del dólar y el congelamiento de tarifas, el beneficio en términos de ahorro que incentivaba la elección de productos sustentables, se hace menos interesante para los consumidores. Sin embargo, cabe resaltar que independientemente de estas variables económicas, cuando existen fuentes de financiamiento, la voluntad de encaminarse hacia las renovables continúa firme en los usuarios.

La experiencia que se viene realizando en Córdoba, donde a través de Bancor se financian los equipos a cinco años, da cuenta de ello. Para finalizar, más allá de estas situaciones coyunturales, debemos preguntarnos si la energía renovable en Argentina es una cuestión de gobierno o una política de Estado, porque el cambio de matriz energética que iniciamos es un rumbo que no deberíamos abandonar. El objetivo de alcanzar para 2025 que el 20% de esa matriz provenga de energías limpias, tal como lo establece la Ley 27.191, requiere dejar de lado las diferencias y trabajar en conjunto, porque como afirmó la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, invertir en energía renovable es invertir en un futuro sostenible y rentable.

Fuente: Perfil.