Gas: Viaje al interior de Camisea, el megayacimiento de gas de Perú que opera Pluspetrol en el corazón de la Amazonia

EconoJournal recorrió Camisea, el megayacimiento de gas que se convirtió en el hito energético de Perú y que es operado por la argentina Pluspetrol desde hace 20 años.
El proyecto con características Offshore Inland -funciona como si fuera una plataforma marina- se encuentra en medio de la Amazonía peruana, en cercanías a las ruinas del Machu Picchu, donde convive con una pequeña población nativa de 12.000 habitantes. Solo se accede por avión o barco. Su producción abastece al 96% del país y genera exportaciones de GNL.
Mientras Pluspetrol, la petrolera independiente argentina, crece en Vaca Muerta tras la adquisición de los activos de ExxonMobil y apunta a convertirse en uno de los principales productores de hidrocarburos de Argentina, en Perú cumplió 20 años operando Camisea. Se trata de un megayacimiento de gas ubicado en el corazón de la Amazonia peruana que se transformó en el proyecto energético más importante de ese país y uno de los más representativos de Latinoamérica.
EconoJournal pudo conocer el hito energético de Perú ubicado en Malvinas, Cusco, donde está el corazón de Camisea. Allí Pluspetrol encabeza la operación y lidera el consorcio que hoy tiene una producción de 53 millones de metros cúbicos de gas por día (mm3/d) y 53.000 barriles de petróleo asociado que se extraen desde los lotes 88 y 56. Se estima que solo esos bloques tienen reservas por 6,16 trillones de pies cúbicos (TCF) de gas y 545 millones de barriles de hidrocarburos líquidos.
Al consorcio lo integran Pluspetrol con el 27,2% de la participación, la norteamericana Hunt Oil, con el 25,2%, la coreana SK Innovation con el 17,6% y la española Repsol, la argentina Tecpetrol y la argelina Sonatrach con un 10% cada una. A la fecha llevan invertidos US$ 5.400 millones.
Una tierra inhóspita
Llegar a Camisea solo es posible en avión o en barco. La explotación denominada “Offshore Inland” funciona de la misma forma que una plataforma petrolera marítima, ya que la complejidad de la geografía selvática hace inviable la construcción de caminos. La otra vía de comunicación es el río Urubamba, un serpentante curso de agua marrón que atraviesa toda la selva desde el Amazonas.
Después de un viaje de dos horas en avión desde Lima se llega al aeródromo Malvinas. Desde allí, un helicóptero permite recorrer los clusters que conforman los lotes 56 y 88. Cada instalación se une a la planta de separación de gases -contigua a las oficinas y al aeródromo- por una distancia que va de los 15 a los 25 kilómetros. El terreno cubierto de un frondoso verde oscuro hace de camuflaje a los desniveles de la tierra, que por momentos se convierte en montañas. La extracción del gas y derivados se hace desde 20 pozos, suficientes para que una mitad alcance a cubrir toda la demanda de gas de Perú y la otra, exportar en barcos de GNL hacia Asia, Europa y Estados Unidos.
“El 96% del gas lo producimos desde aquí por eso decimos que si es gas es de Camisea. El 70% del GLP del país y el 40% de la generación de energía eléctrica se hace con nuestro gas”, resaltó Germán Álvarez, Country Manager de Pluspetrol Perú y Ecuador, en conversación con este medio. “Hoy ocupamos el 0,2% de la concesión por eso no hay caminos y los ductos se construyeron bajo el concepto de Ductos Verdes, haciendo luego una reforestación de todo el tendido. No hay rutas internas ni comunicación con el resto de la civilización”, detalló.
La puesta en marcha del proyecto Camisea en 2004 implicó también el tendido de dos ductos que recorren la selva y atraviesan la cordillera de los Andes hasta llegar al océano Pacífico. También la ejecución de la planta de fraccionamiento de gas y terminal marítima de Pluspetrol en Pisco y la construcción de la planta de LNG Melchorita, la única de Sudamérica.
Las Malvinas de Perú
Camisea nace en Las Malvinas, una zona selvática ubicada en la provincia de Cusco, a 147 kilómetros de Machu Picchu. Fue denominada así por los peruanos como símbolo de la amistad con Argentina y el apoyo brindado durante la guerra de Malvinas. En una poética casualidad, una empresa argentina terminó liderando allí el proyecto que hoy es el emblema energético de Perú.
La concesión tiene 143.756 hectáreas donde se ubican los lotes 88 y 56 de donde se extrae el gas. Además, el lugar cuenta con un aeródromo preparado para recibir aviones de carga y pasajeros, tres helipuertos, oficinas y campamentos para los 1.800 trabajadores que hacen turnos de 15 días de trabajo por 15 de descanso.
Las operaciones se distribuyen principalmente entre los clusters y la planta de separación de gases donde los hidrocarburos extraídos reciben el primer tratamiento que permite separar el gas seco o natural (etano y metano) que se transporta por un ducto y los gases líquidos (propano, butano y gasolina) que se inyectan en otro. Además hay personal permanente para el mantenimiento y operación de los helicópteros.
Toda la logística que implican las operaciones diarias, como la que también demandó la puesta en marcha de Camisea, se hace vía área y fluvial. El aeródromo de Malvinas está preparado para recibir aviones Antonov y continuamente llegan desde Lima charters con pasajeros. Por el río Urubamba, el mismo que aguas arriba riega el Valle Sagrado de los Incas en Machu Pichu, ingresa maquinaria pesada en buques de ultrabajo calado que navegan durante la ventana que va desde diciembre a abril. Las cargas inician en Quito, Ecuador, siguen hacia Pucalpa y luego culminan en Malvinas.
La ruta del gas
El gas de Camisea se extrae de una formación arenosa que se encuentra a 4.200 metros de profundidad. Su permeabilidad permite un gran caudal de producción con pocas perforaciones. El consorcio Camisea actualmente explota el lote 88 que posee 14 pozos en producción destinados exclusivamente al mercado interno. Se considera que sus reservas probadas y probables alcanzarían para abastecer de gas al país por 20 años. Solo este bloque cuenta con 5,02 TCF de reservas probadas. En cambio, el lote 56 -con 6 pozos y 1 TCF de reservas- está orientado al mercado de exportación.
A pocos metros de las oficinas de Pluspetrol se encuentra la Planta de Separación de gas Malvinas donde el gas se separa y se entrega a la empresa Transportadora de Gas del Perú (TGP) que lo inyecta en dos ductos que recorren 900 kilómetros y cruzan las montañas de la cordillera de los Andes hasta los 4.900 metros sobre el nivel del mar, altura que le valió el récord Guiness por montar el gasoducto más alto del mundo.
Desde allí, el gas se distribuye en tres puntos: los líquidos viajan por un poliducto y se derivan a la Planta de Fraccionamiento de Líquidos de Gas Natural que Pluspetrol tiene en Pisco, a metros del océano Pacífico y donde se procesa el GLP para su distribución en camiones y barcos que viajan por el mar hasta Lima.
Una parte del gas natural llega a Cañete donde está la planta de Perú LNG que despacha buques semanalmente. Mientras que otra, se transporta a Lima a la estación City Gate Cálidda, punto de distribución del gas natural por redes que va a los domicilios y a las centrales eléctricas.
Megantoni, el distrito de oro
A 25 minutos de Camisea por el río comienza el distrito de Megantoni, un pequeño poblado que alberga a la comunidad machiguenga, una las nueve etnias que habitan los alrededores del megayacimiento de gas peruano. Su población se estima en 12.000 personas, muchas de las cuales no tienen ningún tipo de contacto con la civilización y se reparten entre la selva.
Megantoni tiene 12.000 habitantes que pertenecen a 9 etnias de Cusco.
Las chalupas son el medio de transporte que permite la navegación en el río Urubamba.
Al lugar se llega a través de “chalupas”, pequeñas embarcaciones angostas que sirven de comunicación a sus habitantes. De su territorio se extrae el gas para todo el Perú y por este motivo, el distrito recibe el equivalente a US$ 300.000 diarios, es decir, unos US$ 10 millones por mes en concepto de canon gasífero. Además, el gobierno nacional percibe el 37% en regalías por la explotación del yacimiento.
Quizás por el sofocante y húmedo calor, el movimiento en Megantoni es lento y tranquilo. No hay vehículos más que motocicletas. La mayoría de las casas son de madera rodeadas de caminos bien delimitados. Tiene escuelas, hospitales, restaurantes y hoteles administrados por los locales e internet satelital.
Pese al gran caudal de recursos que recibe, sus habitantes mantienen un estilo de vida rural marcado por las costumbres que los caracterizan desde la era preincainca.
Otra parte de los recursos se destina al Programa de Monitoreo Ambiental Comunitario (PMAC) que fiscaliza la preservación de la biodiversidad de Camisea junto con las prácticas tradicionales de las comunidades que viven de la pesca y la caza. “Son programas que aseguran que el cumplimiento de los compromisos ambientales suceda día a día. Las autoridades los validan con las auditorías que hacen y son participativos. El PMAC vigila nuestros procesos, si hay impacto sobre la biodiversidad y aseguran que el compromiso inicial se cumpla todos los días”, aseguró Álvarez.
En relación a los aportes económicos, el Country Manager, afirmó que en los 20 años de Camisea Perú recibió US$ 21.000 millones en regalías e impuestos a la renta. “Para la región del Cusco fueron US$ 10.300 millones en canon”, precisó. Aún así, la región evidencia un nivel de pobreza que algunos atribuyen a un problema estructural del Estado para ejecutar correctamente los fondos que recibe.
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Fuente: EconoJournal