Empresas: Excelencia y competitividad para posicionar la energía argentina

Vaca Muerta es un activo global que puede satisfacer la demanda mundial y nuestro trabajo consiste en hacerlo realidad, sostiene el presidente del coloso anglo holandés.
Sobran los ejemplos en la actualidad y a lo largo de estos 80 años que conmemora el diario Clarín, de creaciones y talentos argentinos triunfando en el mundo. Lo vemos, y lo celebramos con frecuencia, en los deportes, la música, el cine o la literatura. Y tenemos también ahora esa oportunidad en algunos sectores económicos estratégicos, como la energía.
Gracias a Vaca Muerta, el petróleo y el gas argentino tienen la oportunidad de insertarse de lleno en el mercado energético global. Se sabe ya, pero vale la pena recordarlo siempre: por el espesor y la extensión de la superficie de la formación geológica, Vaca Muerta es un activo de clase global, con las segundas reservas de gas no convencional más grandes del mundo y las cuartas en petróleo.
Cantidades suficientes para abastecer las necesidades locales de petróleo y gas natural, pero también a la demanda global con energía que hoy el mundo necesita. Nuestro trabajo consiste en hacerlas realidad.
Camino a 2050, según los escenarios que confeccionamos en Shell, se espera que la demanda global de energía se incremente en alrededor de 25% respecto a la actualidad, impulsada principalmente por el crecimiento poblacional y la mejora en los niveles de vida de las sociedades en desarrollo. Los avances tecnológicos, con la Inteligencia Artificial (AI) al frente, acelerarán a su vez los cambios en las necesidades y los usos de energía en las sociedades.
En ese contexto, para los países será una prioridad garantizarse el acceso a la energía necesaria para su desarrollo a partir de la complementariedad de fuentes (renovables y no renovables) y atendiendo al mismo tiempo las tres aristas del trilema energético: la seguridad energética, que garantice un suministro confiable en el tiempo, la asequibilidad, que implica precios accesibles, y la sostenibilidad ambiental, con foco en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para abordar el cambio climático.
Tal es así que la mayoría de las proyecciones indican que la demanda global de petróleo se mantendría o crecería incluso en el corto a mediano plazo para luego comenzar un largo y lento declino en las décadas subsiguientes. Mientras tanto, la demanda de gas natural crecería en los próximos años, principalmente como reemplazo del carbón.
Un combustible fósil de mayor intensidad de emisiones que es casi inexistente en nuestra matriz energética pero todavía es la principal fuente energética en distintas partes del mundo; particularmente, en Asia, a donde se llegará a través del Gas Natural Licuado (GNL).
En paralelo, las energías renovables (como la solar y la eólica) serán muy relevantes en la generación de electricidad y de hidrógeno (producido a partir del agua o del gas natural), lo será en los casos en que la electrificación no sea una opción.
Otras energías, como la nuclear o los biocombustibles, también podrían crecer de manera relevante en el largo plazo.
El desarrollo de Vaca Muerta ya es un hecho. Durante la última década, el sector hizo consistentemente y año a año, sorteando diversas coyunturas, un trabajo ejemplar para llevarnos de cero a la foto actual: alrededor de 450.000 barriles de petróleo y 80 millones de metros cúbicos de gas por día, en torno al 60% de la producción nacional explicada solo por Vaca Muerta.
Pero el potencial va mucho más allá. Con las reservas que tiene la formación y el contexto que ofrece el mundo, Argentina tiene una oportunidad única por delante. En pocos años se pueden duplicar la producción de petróleo y de gas, la mayor parte con destino exportador, generando al país decenas de millones de dólares por año durante varios años.
Para seguir leyendo haga click aquí
Fuente: Clarín