El futuro de los ingenios ¿destinados a la energía verde?

Hace varios años existe una tensión entre cultivos para alimento humano o cultivos para producción destinada a llenar tanques de vehículos. “En el caso de la caña de azúcar, la transformación de los ingenios colocaría al cultivo como especializado en producción de energía”, continuó Bravo, “y no destinada a un alimento que produce efectos nocivos cuando se consume en exceso”.
La producción de azúcar enfrenta dilemas. Los edulcorantes compiten con los efectos nocivos del endulzante natural que proviene de la caña. Por otro lado, la fibra de esta planta enfrenta como bioenergía a los biocombustibles.
El consumo de azúcares es una de las patas de la tríada que proponía regular la ley. La completan el sodio y las grasas en exceso. La provincia de Salta no cuenta con datos relevados sobre consumo de azúcar en distintos estratos de su población. Así lo indicaron fuentes consultadas en la Dirección de Estadísticas del Estado salteño. Por lo tanto, al proponer estimaciones locales sobre el impacto de hábitos alimentarios perjudiciales, pueden orientar datos sobre tendencias regionales.
Hace 2 años, el estudio latinoamericano sobre nutrición y salud publicado en la revista especializada Nutrition & Dietetic colocaba a Argentina liderando el ranking de consumo de azúcar con 115 gramos al día por persona. Esa cifra representa más del doble de la cantidad recomendada por la Organización Mundial de la Salud (50 gramos o doce cucharaditas diarias). Atrás quedaban Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Brasil y Chile.
Lo llamativo de esos datos para el contexto local, es que el Norte Argentino concentra el 95% de los ingenios azucareros del país. Es decir, de las 23 plantas industriales, quince se encuentran en la provincia de Tucumán, tres en Jujuy y dos en Salta. La lista se completa con dos ingenios en Santa Fe y uno en Misiones.
La solución al problema de las enfermedades derivadas del consumo excesivo de azúcares no pasa por incrementar los volúmenes que se destinan a otros mercados. La industria azucarera hace rato debate su existencia en otra tormenta perfecta: la carrera global por la producción de más y mejores edulcorantes.
La gaseosa más popular del planeta retiró su línea light con sacarinas en 2020. Desde mayo de 2021 apuesta a incrementar el consumo de su versión sin azúcares. Sustituyó la sacarosa por el aspartamo, un edulcorante catalogado como muy seguro por agencias alimentarias de Estados Unidos y Europa. Es 200 veces más dulce que el azúcar común, aunque con cero contenidos calóricos.
“Nosotros trabajamos todo el siglo pasado para obtener la mayor cantidad de azúcar. Pero está muy cuestionada en el mundo y con toda razón, porque no es buena para la salud. Sería mejor usar azúcar no refinada o no centrifugada, porque todo lo que es muy puro tampoco es muy bueno”, opinó Ricardo Ulivarri, ex director de “La Chacra”, una estación experimental de caña ubicada en Colonia Santa Rosa, en el departamento salteño de Orán.
Se podría destinar a la producción de energía eléctrica también al papel. Opinó que “no hay visión a futuro, porque los ingenios todavía tienen la cabeza azucarera”. Ulivarri describió que en Brasil ya hace tiempo existen plantas de generación de energía eléctrica a partir de fibra.
Pero en su análisis, no descartó que con los autos eléctricos a la vuelta de la esquina, sea el país vecino quien cambie todo, porque “la mitad de su caña de azúcar va a alcohol. Si sus autos comienzan a funcionar con electricidad, la caña de azúcar para combustible no va a ser un buen negocio”. Por lo tanto, los ingenios del NOA deben anticiparse al proceso en ciernes, porque Brasil potencialmente puede saturar el mercado de azúcar para consumo alimenticio, al ser el mayor productor mundial.