El déficit de las empresas del Estado se multiplicó por 6 en los últimos 15 años, pero Bullrich y Massa prometen mantenerlas

Las pérdidas más importantes se registran sobre los ferrocarriles, AySA, Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino y ENARSA, entre otras. El déficit estrictamente operativo se duplicó en lo que va de la administración de Alberto Fernández, y no se corrigió en absoluto durante la gestión de Cambiemos.
La contundente victoria de Javier Milei en las elecciones primarias volvió a traer a colación el debate por la privatización de las empresas del Estado. Los candidatos del establishment político de los últimos 20 años, Sergio Massa por el kirchnerismo y Patricia Bullrich en Juntos por el Cambio, prometen no efectuar ningún tipo de privatización y mantener el sistema que supone una pesada carga para la sociedad.
En los últimos 15 años el déficit operativo de las 33 empresas del Estado nacional se multiplicó por 6 en términos reales. Este desequilibrio prácticamente no existían hacia el final de la década de 1990, luego de la oleada de privatizaciones del presidente Carlos Menem, pero el kichnerismo volvió a traer los desequilibrios desde 2003 y el Gobierno de Cambiemos convalidó todas y cada una de las estatizaciones efectuadas desde entonces.
Desequilibrio de las empresas públicas
Solamente en la administración de Alberto Fernández el desequilibrio de las empresas públicas escaló del 0,4% al 0,75% del PBI, prácticamente se duplicó en un lapso de casi 4 años. Este déficit se mantuvo inalterado (en torno al 0,4% del producto) a lo largo de la gestión de Cambiemos, no mejoró absolutamente nada, contrariamente a la campaña publicitaria que realiza ese espacio.
Las estimaciones de la consultora Invecq concluyeron que Argentina es el único país de la región que registra pérdidas operativas en sus empresas estatales. Chile, Colombia registran superávit, e incluso Brasil también lo hace. Y esto se debe a que los países de la región (con la evidente excepción de Venezuela) no emprendieron un proceso de re-estatizaciones tan significativo como el que desplegó Argentina desde 2003, sino que decidieron conservar la mayir parte de las reformas de los años 90s.
Sucede que existe una distinción entre el déficit estrictamente operativo de las empresas del Estado (la diferencia entre ingresos y egresos corrientes para mantenerlas en funcionamiento) y el total de las contribuciones figurativas que aporta el Tesoro nacional, las cuales sirven para capitalizar las empresas (por ejemplo para cancelar deudas, o para comprar maquinaria pesada).
Récord: Cerca del 2,4% del PBI es destinado a esto
En este sentido, el total de los aportes del Gobierno nacional alcanzó un récord en torno al 2,4% del PBI en el año 2014, cayó al 1,5% del producto en el último año de gestión de Cristina Kirchner, y la gestión de Cambiemos redujo los aportes hasta el 0,7% del PBI en 2019.
La candidata Patricia Bullrich resaltó como un supuesto ejemplo de buena gestión la reducción efectiva de estos aportes, pero Cambiemos solo consiguió reducir las contribuciones figurativas adicionales al déficit operativo. Las empresas continuaron siendo ineficientes bajo la órbita del Estado, pero se decidió recortar el esfuerzo para capitalizarlas (una estrategia muy similar a la que siguió el exministro Martínez de Hoz entre 1976 y 1981).
La gestión kirchnerista demostró un fracaso incluso mayor al de Juntos por el Cambio, ya que el desequilibrio de las empresas estatales volvió a los umbrales más altos desde el año 1990. El Presupuesto 2023 suponía una ligera reducción del déficit operativo del 0,8% al 0,7% del PBI y hasta un 1,2% sumando las contribuciones figurativas, pero todo indica que el objetivo no podrá cumplirse.
Esta suma de recursos es incluso superior a todo lo que gasta el Gobierno nacional para financiar las asignaciones universales por hijo y la Tarjeta Alimentar. El despilfarro de recursos en las empresas del Estado demuestra la falta de prioridades tanto en el kirchnerismo como en Juntos por el Cambio, en un momento en donde los indicadores sociales (la pobreza y la indigencia) sufren un deterioro similar al que tenían en la crisis del 2001.
Fuente: Derecha Diario