La Mirada: Argentina y Brasil, oportunidades en la integración energética

A pesar de los contratiempos, de las competencias irracionales y de las oportunidades perdidas, que solo nos alejan, Argentina y Brasil comparten un destino común en la integración energética.
Ambos países están poco a poco asumiendo posiciones de gran relevancia en el escenario energético regional. Argentina inició su trayectoria petrolera en 1907, en el verano patagónico de Comodoro Rivadavia. Algunos años más tarde, en 1918, en el entonces desolado desierto de Neuquén, se realizó el descubrimiento del Pozo 1 – Plaza Huincul.
Desde entonces, se han enfrentado muchos desafíos, pero hoy el país se encuentra en un perfil creciente de aumento de producción, destacando las reservas no convencionales en Vaca Muerta, pero con buenas perspectivas en otras cuencas sedimentarias, incluso offshore.
La producción de petróleo y gas natural se está acercando a niveles récord, impulsada por el aumento de la producción de Vaca Muerta.
Desde enero de 2021 hasta septiembre de 2024, la producción de petróleo en Argentina ha aumentado un 50% y la producción de gas natural un 27%, elevando la producción de ambos combustibles a niveles establecidos a principios de los años 2000, según datos de la Secretaría de Energía de la República Argentina (SESCO).
La EIA estima que Vaca Muerta tiene 308 billones de pies cúbicos de recursos de gas técnicamente recuperables y 16 billones de barriles de petróleo.
Brasil no fue la excepción, pero comenzó un poco más tarde. En 1934, en el pozo Pioneiro de Lobato, en el estado de Bahía, Brasil inició su aventura como productor de petróleo.
Hoy, el país produce 4,7 millones de barriles de petróleo al día y alrededor de 162 millones de m³ diarios de gas natural, la gran mayoría de los cuales provienen de reservas ubicadas en aguas profundas y ultra profundas en las cuencas de Campos y Santos.
Brasil es importador de gas natural, pero un importante exportador de petróleo. El año pasado, el petróleo fue el principal producto de las exportaciones brasileñas, con alrededor de 1,6 millones de barriles al día.
El petróleo es un insumo fundamental para la movilidad, la industria y la agricultura. El gas natural destaca como la molécula gaseosa capaz de producir electrones y generar energía, pero también como insumo para fertilizantes y productos petroquímicos.
En el contexto regional, la disminución de la producción actual en Bolivia es un factor determinante. El Gasoducto Bolivia-Brasil, también conocido como Gasbol, cuya construcción se completó en 2010, tiene 3.150 km de longitud y es el gasoducto de gas natural más grande de Sudamérica.
En su momento, fue un proyecto estratégico para llevar el entonces abundante gas de Bolivia al corazón industrial de Brasil: São Paulo. Hoy, este gasoducto subutilizado podría servir como una nueva conexión entre Argentina y Brasil, beneficiando incluso a Bolivia, que recibirá un pago por el transporte de gas natural.
Esto es particularmente importante para Brasil, que depende de las importaciones para abastecer el mercado interno, especialmente cuando se activan las centrales termoeléctricas. Brasil comenzó a importar gas argentino en abril de este año, después de que la inversión del gasoducto en el norte.
Sin embargo, la llegada de mayores volúmenes aún depende de una mejor infraestructura. Dos proyectos de gasoductos están actualmente en estudio.
El gasoducto Uruguaiana-Porto Alegre, que podría llegar hasta São Paulo, y el gasoducto por el Chaco paraguayo, denominado Gasoducto Bioceánico, que conectaría los yacimientos de Vaca Muerta con el mercado brasileño, lo que tendría aún la ventaja de desarrollar el mercado de gas paraguayo y abastecer a las industrias del Chaco.
El GNL también es una alternativa para la llegada de gas argentino a Brasil, ya que actualmente las importaciones brasileñas de GNL provienen principalmente de Estados Unidos.
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Fuente: Clarín.