La Mirada: Argentina, Bolivia y su íntima relación con el gas natural

El gas natural es y será el energético preferido del siglo XXI por todo el planeta.
Argentina es un país que ha respirado gas natural desde hace más de medio siglo y continuara haciéndolo en las décadas que se avecinan. Argentina empezó a utilizar masivamente el gas natural a mediados de la década de los años cuarenta y la dio de la mano de Gas del Estado.
Muchos países de la región, incluido Bolivia, tomaron lecciones de Argentina de aspectos técnicos (gasoductos, redes de gas y lo más importante la tecnología para el uso de Gas Natural Comprimido (GNC) y Vehicular (GNV). También se aportó muchísimo a la región con la diseminación de aspectos y conceptos tarifarios, comerciales y regulatorios.
Junto con varios países árabes, Rusia y Estados Unidos, Argentina dependió y sigue en un 50 a 55% de gas natural en su matriz energética. Con toda certeza podemos manifestar, que será base de su economía, de su seguridad de abastecimiento energético y motor de exportaciones en el futuro.
Argentina de sus diversas cuencas productoras tuvo un ciclo de producción de gas natural creciente desde los 2 millones de m3 diarios en 1950 hasta los 143 millones de m3 al día en 2004. Llegó incluso a complementar sus necesidades de demanda con importaciones de Bolivia por aproximadamente 26 años desde 1972 a 1998 con la firma de contratos en firme y que dio lugar a la primera integración con gasoducto entre dos países en el Cono Sur.
Hacia finales de los años 90 se construyen varios gasoductos hacia Chile, uno Uruguay y otro a la frontera con Brasil, que se sustentaban sobre reservas y potencial de gas existentes y también con la apertura económica y privatizaciones que se dieron.
Lastimosamente, las exportaciones recortan drásticamente a partir de 2004 para tratar de abastecer su alta demanda interna. Problemas macroeconómicos, políticos, elevados subsidios en su mercado interno, empresarios faltos de visión y mucho más, redujeron inversiones en exploración y explotación y por ende reducción en la producción de gas natural.
Argentina se vio obligada a retomar importaciones en firme de Bolivia a partir del 2007 y también a importar Gas Natural Licuado (GNL) a partir de 2008. Este cambio súbito de exportador a importador de gas natural fue muy cruel para la balanza comercial energética del país con importaciones de aproximadamente 43.000 millones de dólares entre 2010 y 2024 (con un promedio anual de US$ 3.000 millones). Importar gas sin divisas fue muy complejo y doloroso.
Empero, fruto del desarrollo tecnológico del gas no convencional (shale) en EE.UU. y de los recursos abundantes disponibles en Argentina la producción desde Vaca Muerta comienza a dar los primeros resultados el año 2014. Ese año Argentina produjo 115 millones de m3 diarios, de los cuales 10% fueron de gas shale.
Una década después la producción nacional de gas natural fue de 139 millones de m3 al día, de los cuales el 63% fueron de gas shale. Un gran salto en el no convencional y un importante declino en el gas convencional se puede observar.
Lo anterior permitió reducir importaciones de gas de Bolivia (que no pudo cumplir el contrato hasta 2026), además reducir la importación de GNL y de combustibles líquidos para generación eléctrica. Por nueva producción de shale oil, Argentina deja de importar petróleo a partir del 2019.
El shale de Vaca Muerta es muy prolijo geológicamente y la zona tiene muchas bondades que las empresas han sabido experimentar para bajar costos y subir eficiencias.
Políticas públicas como el Plan Gas, construcción de gasoductos por parte del Estado y otros permitieron retomar y aumentar exportaciones de gas y también de petróleo y GLP. En este sendero es que Argentina revierte su balanza comercial.
En 2013 el déficit comercial energético fue de aproximadamente 7.000 millones de dólares; mientras que en 2024, fruto de los esfuerzos e inversiones en Vaca Muerta e infraestructura, el superávit energético comercial fue de US$ 5.700 millones. Un gran salto, sin duda, que fortalece a la economía y a las divisas.
Con infraestructura desarrollada años atrás que la vincula con todos sus vecinos países, se retoman exportaciones a los países vecinos principalmente a Chile (96% en 2024) tratando de recomponer confianza que poco a poco se esta logrando, en especial respetando contratos en firme.
Bolivia ha dejado y muy difícilmente retomara su rol de proveedor de gas natural regional. Políticas económicas fallidas como la nacionalización y de Estado empresario han hecho que el país se torne en importador de energía. En 2028 tendrá que importar gas natural y lo más lógico es que sea de Argentina.
Los gasoductos están casi todos vacíos y por supuesto que deberían tratar de usarse para moléculas del enorme potencial de gas en Vaca Muerta hacia Brasil. Los primeros esfuerzos se han logrado este 2025 con pequeñas cantidades interrumpibles que atravesaron gasoductos en los tres países recorriendo cerca de 5.000 kilómetros.
Dos temas inéditos es que las transacciones regionales se están haciendo entre compradores y vendedores privados haciendo que el mercado funcione y los países están colaborando.
Falta infraestructura en Argentina, principalmente en el norte y optimizar (reducir) las tarifas en los tres países para que el gas fluya a los mercados del norte de Chile, Bolivia y Brasil competitivamente. Utopía o realidad, solo el tiempo dirá para un mercado potencial de 50 a 60 millones de m3 al día.
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Fuente: Clarín.